No te acerques más. No des tiempo para
que ellos te alcancen. Corre, como si la vida se te fuera en eso, porque en
parte es así. Huye, porque nada bueno saldrá de esto. Aléjate de esa gente.
Ellos con sus caretas y tú con la tuya.
El momento en que te sentías protegida ya paso. Y las caretas cayeron.
Indefensa. Pobre de ti. Los lobos sobre
el cordero. Pero basta ya. Deja de compadecerte. Pensé que al principio eras un
lobo también ¿Qué ha pasado?
Estabas cómoda, eso fue lo que paso. La
vida siguió adelante y tu allí sentada. Ese es tu problema: confías demasiado
en los demás. No debería ser así, a menos claro que te guste lo que pasa ahora.
Toma tu tomate, diría un amigo mío. Y
aunque aun nada haya pasado, tu lo sabes, nada bueno te depara. Así que huye,
corre, es el mejor consejo que te puedo dar.
Quizás los que huyen no sean bien vistos
por los demás, ¿Pero que importa? Hablamos aquí de tu felicidad y con eso no se
juega como lo has hecho tú.
Cavilaciones como esta solo ocurren a las cuatro de la mañana.
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