Sal con una chica que lee.



Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemarie Urquico.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Corre, huye, aléjate.


No te acerques más. No des tiempo para que ellos te alcancen. Corre, como si la vida se te fuera en eso, porque en parte es así. Huye, porque nada bueno saldrá de esto. Aléjate de esa gente.

Ellos con sus caretas y tú con la tuya. El momento en que te sentías protegida ya paso. Y las caretas cayeron.

Indefensa. Pobre de ti. Los lobos sobre el cordero. Pero basta ya. Deja de compadecerte. Pensé que al principio eras un lobo también ¿Qué ha pasado?

Estabas cómoda, eso fue lo que paso. La vida siguió adelante y tu allí sentada. Ese es tu problema: confías demasiado en los demás. No debería ser así, a menos claro que te guste lo que pasa ahora.

Toma tu tomate, diría un amigo mío. Y aunque aun nada haya pasado, tu lo sabes, nada bueno te depara. Así que huye, corre, es el mejor consejo que te puedo dar.

Quizás los que huyen no sean bien vistos por los demás, ¿Pero que importa? Hablamos aquí de tu felicidad y con eso no se juega como lo has hecho tú.



Cavilaciones como esta solo ocurren  a las cuatro de la mañana.

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