Sal con una chica que lee.



Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemarie Urquico.

domingo, 25 de diciembre de 2011

A veces.

A veces me siento maravillada por amar a tanta gente y que ellos me amen a cambio.


A veces pienso que si me arrojara a los rieles solo le importaría al conductor del metro.


Y a veces, a veces simplemente creo que debería dejar de hablar conmigo misma, justo como ahora.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Hambre a media noche.

Así como cuando te da hambre a media noche.

Tu estomago comienza a revolverse y sientes un vació horroroso.

A decir verdad, que te de hambre a media noche es mucho peor que cuando andas en una etapa de enamoramiento, ya sabes, cuando las mariposas revolotean por allí y chocan con alguna tripa.

Y luego te pones a pensar que quizás debiste comer algo antes de acostarte. Que no quieres ir a la cocina (que solo a esta a unos metros de distancia) no porque te da pereza, oh no, realmente es porque llevas varias noches escuchando sonidos extraños desde afuera y que simplemente te da terror asomarte a ver que es.

Y te encuentras allí mirando el techo blanco de tu habitación, las luces de los carros se cuelan por tu ventana y escuchas como la ciudad respira profundamente entre sueños.

Piensas que el hambre que te ataca justo a media noche no solo es porque quieres comida, oh no, quizás tu estomago pide que te meriendes al mundo y que te tomes una merengada del universo. Que vivas plenamente y que comas, comas y comas. Porque al fin y al cabo: lo que no mata, engorda.

Bueno, así.