Sal con una chica que lee.



Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemarie Urquico.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Y entonces.

Reglas de juego para los hombres que quieran amar a mujeres mujeres
[Gioconda Belli]
I
El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.
II
El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.
III
El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.
IV
El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.
V
El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.
VI
El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.
VII
Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.
VIII
El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.
IX
El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.
X
El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.
XI
El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

jueves, 4 de septiembre de 2014

"Tuyo"

Recuerdo hace mas de un año cuando publique una nota que en tres lineas reflejaba mi miedo hacia el pasado, no mio, sino de aquellos que me acompañan. Curioso ¿eh?

Siempre he mantenido que el pasado es aquello que nos forma y que, mas o menos turbulento, vale como el camino que nos trae a este lugar. Complejo es cuando el pasado, mas que volverse contra ti, se convierte en un fiel recordatorio de lo que fue tan bueno y tan maravilloso en otro momento.

Con una sonrisa vacía te das cuenta que el pasado siempre estará allí. Viene a destruirte y a decir "¡Ey! yo estuve primero que tu".

Por eso discúlpeme si ademas de no querer considerar a alguien como parte de mis acctivos al declararlo mio, tampoco, ni porque tuviera una carta de propiedad que así lo afirmara podría fiarme de esas palabras.

Mi escepticismo radica en el mismo pasado y en la creencia de que uno es y esta en el lugar en el que el corazón (el alma para los que no sean tan cursis como su servidora) le demande.

Pero esa declaración resulta uno de los manifiestos mas subjetivos y cambiantes de la historia de la humanidad.

Con la certeza del cambio constante y el saber que antes de ser "mio" fue el de alguien mas, yo dudo.

Pero mas que dudar, y haciendo caso omiso a la lagrima que se desliza por mi mejilla de forma sigilosa,  no tengo intenciones de que nadie pertenezca a mi.

Ni tampoco aspiro o espero declararme propiedad de alguien mas.