Sal con una chica que lee.



Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemarie Urquico.

jueves, 4 de septiembre de 2014

"Tuyo"

Recuerdo hace mas de un año cuando publique una nota que en tres lineas reflejaba mi miedo hacia el pasado, no mio, sino de aquellos que me acompañan. Curioso ¿eh?

Siempre he mantenido que el pasado es aquello que nos forma y que, mas o menos turbulento, vale como el camino que nos trae a este lugar. Complejo es cuando el pasado, mas que volverse contra ti, se convierte en un fiel recordatorio de lo que fue tan bueno y tan maravilloso en otro momento.

Con una sonrisa vacía te das cuenta que el pasado siempre estará allí. Viene a destruirte y a decir "¡Ey! yo estuve primero que tu".

Por eso discúlpeme si ademas de no querer considerar a alguien como parte de mis acctivos al declararlo mio, tampoco, ni porque tuviera una carta de propiedad que así lo afirmara podría fiarme de esas palabras.

Mi escepticismo radica en el mismo pasado y en la creencia de que uno es y esta en el lugar en el que el corazón (el alma para los que no sean tan cursis como su servidora) le demande.

Pero esa declaración resulta uno de los manifiestos mas subjetivos y cambiantes de la historia de la humanidad.

Con la certeza del cambio constante y el saber que antes de ser "mio" fue el de alguien mas, yo dudo.

Pero mas que dudar, y haciendo caso omiso a la lagrima que se desliza por mi mejilla de forma sigilosa,  no tengo intenciones de que nadie pertenezca a mi.

Ni tampoco aspiro o espero declararme propiedad de alguien mas.

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