Digo Caracas, Caracas y siento que canto.
No te odio. Nada mas irreal que eso.
Solo que Caracas, dejame decirte, no has dejado que te conozca.
Has cerrado tus calles como quien le cierra las piernas a un extraño.
¿Porque me cierras las piernas Caracas si sabes que lo disfrutas?
Si sabes, que, para tí el mayor placer es que te recorran, te manoseen, te huelan, digan odiarte pero continúen allí.
Yo no me ire Caracas, es imposible dejarte. Apestas a hormonas sensuales y peligrosas.
No hay nada malo que puedas hacerme Caracas. Ya no.
Porque he caído (irremediablemente) en tus redes.
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