Sal con una chica que lee.



Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Por Rosemarie Urquico.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Los recuerdos.

Son esas cosas que deambulan por allí en la ciudad.
Sobran los recuerdos de sitios, lugares, arboles y flores.
Mesas, sillas, barandas, balcones, ventanas, hojas secas, trinitarias, barro.
Lluvia.
Escaleras, muchas escaleras.

Y sonrisas.



Son buenos recuerdos. Llevo una gran cantidad en el bolsillo.

La ultima vez que camine por el bulevar me encargue de botar la bolsa en la que cargaba los malos. Ya empezaba a apestar la habitación.



Son eso, recuerdos.

Pasado; nada modificables.

Pero hermosos al fin y al cabo.

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