Creo no tengo moral ni perdón. No puedo juzgar
no puedo temer.
Finalmente ¿Por que quejarme de algo que no ha ocurrido y no se si
ocurrira?
No tengo moral al mirar de soslayo y con nerviosismo sobre sus hojas
de preguntarme preocupada tantas cosas
no puedo esperar que sus palabras sean para mi.
Porque no lo se. Bendita la ignoracia.
-Cuidate de aquellos que escriben- me susurro Ximena al oido con cierto acento gitano que yo conocía muy bien - ellos te encaminaran a tu propia destrucción.- me advirtio antes de salir de aquel sueño de 2 de la tarde cada martes.
¡Ay pobre de mi! ¡Ay pobre de todos!
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